Rosario cambia el horizonte: una nueva etapa para el desarrollo urbano y la inversión inmobiliaria
- Ivan Gabriel Keclach

- hace 7 días
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Con la aprobación de la ordenanza que habilita la construcción de edificios de hasta 120 metros, Rosario abre una nueva etapa de transformación urbana. La medida promete atraer inversión y redefinir su skyline, pero también plantea desafíos en materia de planificación, patrimonio y equilibrio entre densidad y calidad de vida.
La oportunidad detrás del cambio de altura
La ciudad de Rosario dio un paso clave para su futuro urbano. La decisión del Concejo Municipal de permitir construcciones de hasta 120 metros de altura no solo cambia el perfil visual de la ciudad, sino también su lógica de desarrollo. Esta apertura a proyectos de mayor escala puede ser un impulso decisivo para el sector inmobiliario, especialmente en un contexto donde las ciudades intermedias buscan posicionarse como polos de inversión frente a Buenos Aires y Córdoba.
Según explicó La Nación el nuevo régimen, al reemplazar la dinámica de excepciones por un marco general, aporta previsibilidad a desarrolladores y arquitectos. Esto, sumado a la digitalización de trámites y la posibilidad de transferir derechos de construcción para conservar edificios patrimoniales, representa un avance hacia un modelo más ordenado y moderno. Rosario se alinea así con las tendencias globales de densificación inteligente: crecimiento vertical con espacios verdes, corredores activos y mayor integración urbana.

Crecer sin perder identidad
El desafío, sin embargo, será sostener la esencia rosarina. A medida que el skyline se eleve, la ciudad deberá preservar su equilibrio entre modernidad y patrimonio, evitando que el desarrollo económico borre la identidad arquitectónica que la distingue. La figura de las “torres de perímetro libre”, con mayor separación y mejor ventilación, apunta a mitigar el impacto visual y ambiental del crecimiento, pero requerirá de una aplicación rigurosa para no repetir errores del pasado.
La incorporación de proyectos como el de Molinos Cañuelas, la torre de 200 metros en Puerto Norte o la llegada de Pininfarina, son señales de confianza en la ciudad. Sin embargo, la clave estará en la calidad urbana que acompañe esos desarrollos: cómo se habitan los espacios, qué infraestructura los sostiene y qué vínculos generan con la comunidad.

Rosario tiene una oportunidad única de convertirse en un modelo de urbanismo equilibrado, donde la inversión y la planificación vayan de la mano. Si logra combinar ambición y visión, su nueva altura no será solo física, sino también estratégica.
El cambio aprobado no es solo una modificación técnica: es una declaración de futuro. Rosario se proyecta hacia arriba, pero también hacia adelante.



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